Quizá el impacto más grande para alguien que madura y sigue cumpliendo años más allá de su adolescencia, es darse cuenta como su cuerpo comienza a necesitar más cuidados. Si estás en esta etapa, te das cuenta que tu energía ya no es la misma y no pareces ser la persona indestructible que pensabas que eras. Tienes que acotumbrarte a la idea de tus revisiones, de estar siempre atento a tu organismo para rectificar que todo esté en orden. Para algunos el proceso de envejecimiento puede ser nefasto, porque viven profundamente anclados a su imagen anterior. Para otros, el proceso puede decantar hacia una gran oportunidad de experimentar humildad y extraer el máximo conocimiento de su condición. Se aprende, por ejemplo, a cumplir con ciertos ritos y costumbres para revisar el cuerpo, a ser más preocupado y cariñoso con uno mismo, dándote lo que necesitas y quitándote lo que ya no te es útil ni sano. El quererse, el mimarse forma parte del aprendizaje, sin que eso signifique un conflicto con las partes más derruídas o frágiles de nuestro ser. Al querer y respetar nuestro propio envejecimiento, no solo aceptamos algo natural sino también el hecho de que no somos totalmente autosuficientes. Hay una parte de nosotros que necesita cuidados externos y es esa afirmación la que hace sabio al Ermitaño: él conoce en profundidad sus debilidades y con ellas tiene un tacto y cariño increíble, que es precisamente lo que hace brillar su eterna luz. He ahí la fortaleza y fragilidad unidas. Todo en un círculo de comprensión y conciencia.
Carta: The Hermit.
Baraja: Light Grey Tarot.
Diseñador: Matt Hansen.
Web de la baraha: http://lightgreyartlab.com/tarot-mystics-and-the-occult
Comparto la canción utilizada para realizar esta reflexión/canalización...
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