La forma en que el se humano se conoce a sí mismo podría compararse a la tarea de armar un rompecabezas: estamos fragmentados y vamos integrando nuestras partes, al mismo tiempo que tratamos de entender las partes o fragmentos del otro.
A veces, la sociedad y los
tiempos acelerados de la evolución nos llevan a olvidar el juego del
rompecabezas: se nos olvida hacer encajar nuestras piezas y por lo mismo
olvidamos observar y comprender las piezas del otro. Lo que
sucede es que finalmente todos los rompecabezas quedan a medias,
nadie logra una integración en condiciones y por tanto nadie entiende
muy bien el rompecabezas del otro.
Esto del rompecabezas es un juego legendario y místico: Tú lo ves sencillo e infantil pero a la larga las piezas simbolizan arquetipos cargados de conceptos añosos. Estás involucrándote con las bases de la programación humana: es una forma de trabajar con la memoria del ser humano, que vendría a ser algo así como el ADN de las sociedades.
Esto del rompecabezas es un juego legendario y místico: Tú lo ves sencillo e infantil pero a la larga las piezas simbolizan arquetipos cargados de conceptos añosos. Estás involucrándote con las bases de la programación humana: es una forma de trabajar con la memoria del ser humano, que vendría a ser algo así como el ADN de las sociedades.
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