¿Gestar nuestro destino o ser gestados por el?


La primera vez que escribí sobre la idea de que todas las tragedias que nos sucedían eran creaciones y decisiones gestadas por nosotros mismos, mucha gente quedó impactada. Otros tantos me enviaron mensajes criticándome mi falta de responsabilidad y corazón al insinuar que la muerte de un bebé, el accidente de automóvil de un ser querido o las enfermedades que les aquejaban eran cosas orquestadas y buscadas. Más de alguno pensó que esto era el chiste más negro de la historia.


Hoy sigo pensando en aquello y en la profunda seriedad con la que escribí esa columna hace ya un par de años. De hecho, he vuelto a retomar el tema y me he dado cuenta de lo que describo a continuación.


LA PARADOJA DE LOS QUE CREEN EN EL DESTINO INEXORABLE PERO NO CREEN EN SU PROPIA RESPONSABILIDAD


La mayoría de las personas que no creen que ellos mismos hayan orquestado sus propias tragedias, sí creen en que las cosas que les sucedieron fueron producto de un destino inexorable que no era posible evitar. Algunos, incluso, señalan que antes de sufrir tal o cual tragedia, tuvieron sueños premonitorios de lo que les pasaría y se aferran a eso para fortalecer la idea de que existe un destino que se puede ver pero no se puede transformar.

Lo paradójico de esto es que esas personas creen en algo que no entienden y no pueden comprobar y, sin embargo, no creen en algo que tiene la misma naturaleza desconocida y no comprobable como es la idea de que somos creadores 100% responsables. Es decir, personas que están tejiendo sus dolores y alegrías en un nivel de conciencia muy profundo.



Todo eso me hizo pensar en lo siguiente:

Si ambas posiciones ideológicas son igualmente misteriosas y no comprobables racionalmente ¿por qué se descarta una y se aprueba la otra?

Entonces y luego de meditarlo durante mucho tiempo llegué a la siguiente conclusión:



Las personas tienen tendencia a seleccionar o preferir la visión ideológica que no les pone en una situación de profunda responsabilidad porque no quieren asumir esa enorme tarea o porque en realidad tienen pánico de verse a sí mism@s como creadores de su propia vida. Reacción normal considerando que es un profundo shock el mirar hacia atrás, recordar todos tus dolores y decir: madre mía, todo esto lo hice Yo.



Está clarísimo que la visión del destino inexorable como una vida condicionada por sucesos que no controlamos, así como la de que somos creadores responsables que construyen lo que les sucede son perspectivas teóricas y poco comprobables.

Pero también es cierto que este asunto ideológico deja en evidencia la tendencia de nuestras mentes por esquivar la responsabilidad. Lo que trsladado a un plano terrenal nos lleva a una verdad inalterable en el mundo cotidiano: 


Es más fácil asumir el crédito por las cosas hermosas y convenientes que hacernos cargo de las cosas más feas e incómodas


Sea como sea, e independiente de si somos el resultado de un destino inexorable o de nuestras propias creaciones, lo esencial es recordar que somos responsables de las cosas que creemos y que dan paso a nuevas decisiones y resultados. Luego y celebrando el libre albedrío cada persona elegirá su verdad, dependiendo del nivel de responsabilidad que quiera asumir.






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