El primer instinto de nuestra mente cuando está en crisis es generar miedo. Imaginamos escenarios de desolación en dónde el bienestar no es una opción y esto se debe a que estamos programados para sentir inseguridad.
La inseguridad en niveles específicos de la existencia es el combustible y moneda de cambio para quienes trabajan y generan dinero con el miedo, por tanto resulta lógico que existan grandes estructuras materiales y espirituales que construyan miedos e inseguridad. Gran parte de la publicidad está dirigida a bajar tu autoestima para hacerte creer que no tienes todo lo que necesitas y que solo comprando el último producto en oferta podrás alcanzar la satisfacción y seguridad que buscas. La política se mueve bajo el principio de que los individuos son una masa caótica que necesitan una estructura jerarquizada y sus bases están planteadas desde el miedo a nuestra naturaleza libre e impredecible. La religión está cimentada bajo los valores de la redención y limpieza de pecados, partiendo siempre de la base de que no eres merecedor de esta vida si no eres capaz de castrarte a ti mismo y olvidar que tienes voluntad propia. Curiosamente, todos parecen decir que con nosotros no basta, que somos peligrosos y que por favor obedezcamos.
El asunto no sería nada grave si no fuera por el desequilibrio que ha ocurrido. Algo que sucedió cuando los que trabajaban con el miedo cruzaron la línea del libre albedrío del resto de las personas y empezaron a invadir con sus creencias la mente de las personas, sin pedirles el permiso consciente debido. De repente muchas personas se vieron envueltas en un sistema de creencias y estructuras que acentuaban sus defectos e inseguridad lo que también acarreó una disminución en el poder personal de ellas, que se volvieron dependientes y temerosas.
Cuando sientas miedo recuerda esta historia que parece de ficción. Date el tiempo para reflexionar si la inseguridad y miedo que sientes ahora es real o es solo un reflejo automático de algo que parece venir de tu aprendizaje más primitivo. Sientate y pregúntate a ti mismo: ¿Es esto real o solo son los reflejos de mi educación basada en la inseguridad? ¿Estoy viviendo por miedo o por fe?
En medio de la tormenta es importante recordar la verdadera esencia de nuestra enseñanza. Devolver a su origen lo que realmente nos da la integridad y recordar el verdadero paisaje que llevamos dentro.
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