Quizá uno de los trabajos más arduos que pueda tener un ser humano sea el de buscarse a sí mismo detrás de los complejos mecanismos psicológicos que le controlan y que pueden actuar en el como patrones de comportamiento repetitivos o resortes que saltan cuando alguien aprieta tal o cual botón en su personalidad. La mente como una maquinaría compleja funciona en la mayoría de los casos en piloto automático y el ritmo actual de la vida pocas veces permite la profunda reflexión para descubrir las taras, trampas o espejismos que esta maquina mental puede crear lo que va generando una acumulación de ansiedad y vacío difícil de explicar pero que en realidad tiene total justificación en aquello patrones incompletos o fracturados que han quedado pendientes de reparación.
Cuando la búsqueda de uno mismo empieza nos encontramos con que somos como la cebolla: un conjunto de capas y más capas que ocultan nuestro verdadero ser. Por momentos el buscador puede sentir que se vuelve loco al verse enfrentado a sus muchos rostros y la ansiedad puede ser mayor al confirmar que su ser esencial se encuentra atrapado por muchas ideas implantadas y arraigadas en el miedo, la inseguridad, la herencia familiar y social. De repente la persona observa los muchos rostros e identidades que habitan en su interior y entiende por un momento su nivel de enajenación, entonces su situación se vuelve como la del personaje que aparece en la carta de tarot El Loco y bordeando el abismo confía en que todo este trabajo de búsqueda tendrá un sentido luminoso y productivo. El resultado final dependerá exclusivamente del nivel de coraje y confianza que la persona aplique para entender su situación sin enjuiciarse o etiquetarse negativamente, lo que le llevará a la comprensión final de sí misma y la liberación de su ser esencial oculto detrás de su transitoria locura. De lo contrario caerá al abismo sin poder recuperarse.
Más de una vez habremos oído la historia de alguien cercano que se perdió en adicciones o en una depresión, personas que caminaron cerca del abismo y que no pudieron sobrevivir a sus propios monstruos y fantasmas. Así mismo oiremos las historias de otros que entraron en este estado de enajenación y lograron salir cuerdos y vivos de toda esa experiencia. No es coincidencia que estos últimos obtengan una gran sabiduría para compartir con los demás ya que ha sido su propio camino el que ha forjado en ellos la claridad mental. Algo de El Loco sigue existiendo en estas personas y es la chispa inalterable de aquellos que están dispuestos a perder la cordura y caminar al borde del abismo para encontrarse.
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