El Enigma de Kaspar Hauser es una película inspirada en hechos reales acontecidos en el año 1828 y que giran en torno a un adolescente alemán que fue encontrado en la ciudad de Nuremberg en pésimas condiciones. El chico había pasado la mayor parte de su vida encerrado y sin contacto humano aparente.
Fue tal el misterio que despertó la aparición del chico que surgieron varias hipótesis para identificar sus orígenes, siendo la más relevante la que indicaba que este había sido un príncipe desplazado de su posición a causa de intrigas dinásticas. La teoría se sostenía en el hecho de que Hauser fue encontrado con harapos que en algún momento parecían haber sido sedas, lo que indicaba un origen adinerado.
LA PELÍCULA
Dirigida por un genial Werner Herzog, la película enfoca por sobre todo en el proceso de adaptación social del personaje principal, cuando este se planta en una plaza con un papel en la mano con escuetas instrucciones. De ahí en adelante el proceso de reconocimiento de la policía, las preguntas y dudas dan paso a la domesticación del chico salvaje que lentamente empieza a progresar y adaptarse a una sociedad conservadora y a veces hipócrita que le sostiene pero al mismo tiempo le mira con extrañeza.
La elegancia de Herzog para mostrar el proceso intercalando imágenes de la naturaleza que inspiran pureza, contrastan con las escenas en donde el protagonista se involucra con personajes bien educados pero que de naturales tienen poco. Lo que hace pensar que este es un recurso para criticar a la sociedad artificial que rodea al chico.
De esta forma, el film deja claro lo que sucede con la pureza en entornos contaminados por ideologías, costumbres añosas y métodos de aprendizaje prefabricados. Es en ese momento cuando observamos cómo el protagonista sufre otro tipo de abandono que no es físico sino moral. Viste bien, le han bañado, le han peinado pero su ingenua y salvaje brillantez no parece ser adecuada para profesores y cuidadores que ven en él una amenaza al statu quo.
KASPAR HAUSER COMO SÍMBOLO DE LA CONCIENCIA
Al ver la película pensé en la relación metafórica que existía entre el protagonista y la conciencia. Kaspar Hauser a igual que un recién nacido empieza su tránsito hacia la adaptación social, de la misma forma en que la conciencia e inteligencia son aleccionadas durante nuestros primeros años para así poder encajar adecuadamente en un sistema que nos moldea.
El protagonista, en este caso, representa la pureza olvidada. Ese salvajismo e ingenuidad que parece abundar en los niños y que en los adultos es desacreditada o desaparece a punta de castigos y reproches. De la misma forma en que a Kaspar se le intenta silenciar, cuando ofrece soluciones distintas a problemas de orgullosos profesores que están más preocupados de mantener intactos sus sistemas de aprendizaje que adaptarse a lo nuevo y singular.
En ese punto, la película transpira discurso crítico hacia lo costumbrista y exige de forma elegante ser más tolerantes con aquellos que son distintos y que no son el problema real.
De la misma forma en que Kaspar Hauser aparece misteriosamente en un plaza y desprovisto de todo lo necesario para vivir, así mismo emerge la conciencia rodeada de ideologías y conceptos instaurados. Entonces nacemos no solo físicamente sino también moralmente, sin tener muchas alternativas para elegir algo distinto de lo que nuestros cuidadores han decidido para nosotros.
Pero ¿es esta una forma correcta de aprendizaje? ¿es realmente humano forzar al instinto innato para meterlo dentro de una caja social bien educada y milimétricamente ordenada?
El proceso puede ser tan violento como la experiencia de Kaspar, cuando se ve enfrentado a un destino circense en donde su singularidad sólo puede entrar en la categoría de lo raro, sin más alternativa que la de estar en un escaparate a vista y paciencia de otros.
Aquí recuerdo también la dramática historia expuesta en El Hombre Elefante de David Lynch y la forma en que la sociedad inútil al no saber cómo adaptar al distinto decide ubicarlo en la línea del show, la burla o la sorpresa escéptica de una horda de personas morbosas.
El proceso puede ser tan violento como la experiencia de Kaspar, cuando se ve enfrentado a un destino circense en donde su singularidad sólo puede entrar en la categoría de lo raro, sin más alternativa que la de estar en un escaparate a vista y paciencia de otros.
Aquí recuerdo también la dramática historia expuesta en El Hombre Elefante de David Lynch y la forma en que la sociedad inútil al no saber cómo adaptar al distinto decide ubicarlo en la línea del show, la burla o la sorpresa escéptica de una horda de personas morbosas.
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